Y algunas posibilidades dsitintas para comprender la música y el "espectáculo"
El 21 y 22 de julio en el teatro
Achá de Cochabamba se produjo, una vez más, un conjuro por la reproducción de
la vida ¿Qué se puede decir luego de haber recibido una inmensidad de
sensaciones que nos movieron hasta las lágrimas? ¿Qué se puede argumentar
después de haber sido parte de un instante en el que se emanaba vida, amor y
felicidad por todos los frentes? Gracias!!! gracias mama Luzmila, gracias por
tanto, gracias por seguir de pie; gracias por tu fortaleza, como la de las
montañas a las que les cantas; gracias por tu dulzura, como la de los niños y
niñas a las que también les cantas; gracias por la profundidad de tu mensaje,
que da vuelta al mundo y vuelve al origen para re-comenzar un nuevo ciclo, como
en el proceso festivo, cuando nuestras almitas vuelven a la tierra en
todosantos y nos ayudan en la germinación de las nuevas papas para luego irse,
con la paqoma para los “carnavales”.
Gracias también por tu humildad
que recompone transitoria y sutilmente los escenarios coloniales y los
transforma, aquellos que crean distancias, que discriminan los espacios, que
separan, instalando jerarquías obtusas para la dominación. Esa humildad que nos
permite sentirte una de nosotras y de nosotros, que da lugar a comprender que
te duelen los flagelos hacia la vida y hacia la naturaleza de nuestro planeta,
como a muchas de nosotras y nosotros. Esa humildad con la que nos acercas a tus
sueños, a tus susurros, a tu charango y a los músicos con los que conformas
comunidad y de la que nos haces parte, rompiendo las barreras instaladas en los
escenarios, en los géneros musicales y en nuestras conciencias. Cómo
quisiéramos que muchos músicos jóvenes aprendan de tu humildad, de tu calidad y
de tu compromiso.
Gracias también por eso, por tu
compromiso, ese que posiciona una estética otra desde los Andes, en cualquier
lugar del planeta. Gracias por tu compromiso con una propuesta escénica, con tu
calidad musical, con tu propuesta poética, pero sobre todo gracias por tu
compromiso político que lucha por la vida regalando ternura, pero también
llamando la atención hacia los desastres. Gracias por tu compromiso que desde
tu visión de mundo, arraigado en nuestros abuelos y abuelas de los Andes, se
abre a posibilidades de diálogos interculturales en los que, por ejemplo, nos
llamas a reconocer al Kilmanjaro como achachila. Por tu compromiso con los
animales a los que les cantas y que te hacen cantar, hasta el punto de hacernos
sentir el trinar de aquellos pajaritos, en nuestros cuerpos, aleteando de felicidad.
Gracias por mostrarnos que al
lado de aquellos tatas, de los que hemos aprendido tanto, estás tú como nuestra
“gran mama”, enseñándonos con dulzura, con amor y con consecuencia. Gracias por
ser nuestra “LUZmila”, que da luz y muestra camino, que abre horizonte hacia
otro mundo posible. Pero no sólo eso, también camina, también hace surco,
también teje interculturalidades con otros pueblos, con otras gentes, con otros
paisajes, gracias por mostrarnos cuanto nos falta aprender.
Nuestra mama Luzmila y su trabajo
demuestran que la música, políticamente necesaria, es posible y que la fiesta
de la vida necesita de todos nosotros. Los contenidos en la propuesta escénica,
poética y musical de Luzmila han transitado de un discurso que llamaba a una
resistencia cultural indígena, hacia otro que convoca a la re-existencia de la
vida en el planeta; sin haber perdido nunca su lugar de enunciación. Éste también
es otro de los aprendizajes que nos dejas. Gracias por tus lecciones en, por y
desde los Andes, gracias por tus arrullos que son también para el mundo,
gracias por tu lucha que es sobre todo por la vida. Por todo eso, además de ser
nuestra Luzmila de los Andes, eres nuestra Luzmila para el mundo y nuestra Luzmila
para la vida.
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