viernes, 22 de julio de 2016

NUESTRA MAMA LUZMILA

Y algunas posibilidades dsitintas para comprender la música y el "espectáculo"



El 21 y 22 de julio en el teatro Achá de Cochabamba se produjo, una vez más, un conjuro por la reproducción de la vida ¿Qué se puede decir luego de haber recibido una inmensidad de sensaciones que nos movieron hasta las lágrimas? ¿Qué se puede argumentar después de haber sido parte de un instante en el que se emanaba vida, amor y felicidad por todos los frentes? Gracias!!! gracias mama Luzmila, gracias por tanto, gracias por seguir de pie; gracias por tu fortaleza, como la de las montañas a las que les cantas; gracias por tu dulzura, como la de los niños y niñas a las que también les cantas; gracias por la profundidad de tu mensaje, que da vuelta al mundo y vuelve al origen para re-comenzar un nuevo ciclo, como en el proceso festivo, cuando nuestras almitas vuelven a la tierra en todosantos y nos ayudan en la germinación de las nuevas papas para luego irse, con la paqoma para los “carnavales”.
Gracias también por tu humildad que recompone transitoria y sutilmente los escenarios coloniales y los transforma, aquellos que crean distancias, que discriminan los espacios, que separan, instalando jerarquías obtusas para la dominación. Esa humildad que nos permite sentirte una de nosotras y de nosotros, que da lugar a comprender que te duelen los flagelos hacia la vida y hacia la naturaleza de nuestro planeta, como a muchas de nosotras y nosotros. Esa humildad con la que nos acercas a tus sueños, a tus susurros, a tu charango y a los músicos con los que conformas comunidad y de la que nos haces parte, rompiendo las barreras instaladas en los escenarios, en los géneros musicales y en nuestras conciencias. Cómo quisiéramos que muchos músicos jóvenes aprendan de tu humildad, de tu calidad y de tu compromiso.
Gracias también por eso, por tu compromiso, ese que posiciona una estética otra desde los Andes, en cualquier lugar del planeta. Gracias por tu compromiso con una propuesta escénica, con tu calidad musical, con tu propuesta poética, pero sobre todo gracias por tu compromiso político que lucha por la vida regalando ternura, pero también llamando la atención hacia los desastres. Gracias por tu compromiso que desde tu visión de mundo, arraigado en nuestros abuelos y abuelas de los Andes, se abre a posibilidades de diálogos interculturales en los que, por ejemplo, nos llamas a reconocer al Kilmanjaro como achachila. Por tu compromiso con los animales a los que les cantas y que te hacen cantar, hasta el punto de hacernos sentir el trinar de aquellos pajaritos, en nuestros cuerpos, aleteando de felicidad.
Gracias por mostrarnos que al lado de aquellos tatas, de los que hemos aprendido tanto, estás tú como nuestra “gran mama”, enseñándonos con dulzura, con amor y con consecuencia. Gracias por ser nuestra “LUZmila”, que da luz y muestra camino, que abre horizonte hacia otro mundo posible. Pero no sólo eso, también camina, también hace surco, también teje interculturalidades con otros pueblos, con otras gentes, con otros paisajes, gracias por mostrarnos cuanto nos falta aprender.
Nuestra mama Luzmila y su trabajo demuestran que la música, políticamente necesaria, es posible y que la fiesta de la vida necesita de todos nosotros. Los contenidos en la propuesta escénica, poética y musical de Luzmila han transitado de un discurso que llamaba a una resistencia cultural indígena, hacia otro que convoca a la re-existencia de la vida en el planeta; sin haber perdido nunca su lugar de enunciación. Éste también es otro de los aprendizajes que nos dejas. Gracias por tus lecciones en, por y desde los Andes, gracias por tus arrullos que son también para el mundo, gracias por tu lucha que es sobre todo por la vida. Por todo eso, además de ser nuestra Luzmila de los Andes, eres nuestra Luzmila para el mundo y nuestra Luzmila para la vida.
 


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