Mientras salgo y entro de la
Junín 371 en Oruro, cargando pilas, bajando fotos y documentos de audio y
video a la portátil, no puedo evitar, al mismo tiempo, enterarme de los
últimos chismes en el “feisbuc”, sintomáticamente, en esta época
abundan los anuncios de la cercanía de la presencia de diablos, morenos y
otros demonios en las calles de Oruro; esto se cruza con comentarios de
un campeonato de músicos mediocres, léase “Festival de Viña”,
que, cual Maradona, quieren meter el gol con la mano, sin darse cuenta
que en el futbol los goles lo meten los mismos jugadores y los árbitros
sólo pueden digitar el partido desde afuera, pero finalmente los goles
los meten los jugadores y no es el árbitro que terminado el partido
define quien ganó. Aunque esto no es nuevo para mí, porque desde fines
de los setenta estoy buscando información para entender este fenómeno
festivo que se da a los pies de la Serranía Sagrada de los Urus y
siempre el ambiente se cruzaba con aquel "campeonato", sin
embargo, parecería que ciertas prácticas en nuestra población fueran
clonadas, aunque se las menciona con palabras diferentes.
Cuando cualquier persona entra a un restaurante a comer y la comida no le gusta, nunca más retorna; creo que a eso se llama sentido común y me parece que muchos de los que comentan en el “feis” sobre aquel campeonato de música mediocre al que me refiero, no alcanzaron a recibirlo, porque se hace evidente esta carencia, cuando todos los años insultan a un pueblo, que peor que el nuestro ha sufrido el embate de la dictadura y del miedo ejercido por ésta, personas que no tienen idea de lo que es la cultura y que no saben que el “folklore” se inventó para vaciar de contenidos epistémicos a los conocimientos milenarios de nuestros pueblos, los mapuches y los araucanos incluidos. Personas que con el “folklore” boliviano siguen vaciando de contenidos a las prácticas rituales de nuestro país. ¿Qué es la “danza folklórica del tinku” sino una caricatura mediocre de un ritual a la vida que los antiguos Charcas, hoy ayllus del sur de Oruro, Norte de Potosí y sur oeste de Cochabamba siguen realizando? ¿Cuánto de culpa tendrán “los chilenos” para que la juventud boliviana baile “tinku” en una puesta en escena y en la vida cotidiana reproduzca el más profundo de los racismos? ¿Seguramente habrá que quejarse de esto al gobierno chileno?
¿Cómo es posible que personas que se llaman “músicos”, piensen que pueden ganar a otros músicos? No es casual que la idea de artista, llegada en el proceso colonial, haya metido en la subjetividad de los que se creen artistas, la idea que son los “genios creadores”, junto a un cúmulo de ignorancia con la que se suben a los escenarios para reproducir la lógica del consumo y engordar a otros, por aparecer en una “estampita”. Esta lógica impide abrir los ojos y saber que para que surja el Jazz, el Blus, el Rock, o el Taki Onqoy, junto a la magia de la mohozeñada o el currulao y muchos etc., no eran necesarios los jurados.
Ésto, porque la verdadera música, así como lo festivo, es irreverente, e insurgente, es el canal para la transgresión, como “El Anata” en Oruro, por ejemplo. Acabo de leer, en el mentado “feis” lo que nos dice Mabel Franco en su muro: "Cantaré, bailaré, porque tú eres mi dulce amor’... No creo que semejante revelación merezca un premio. Y eso que ni escuché La pájara. A la música popular boliviana le hace falta proyección, renovación, diálogo con lo contemporáneo”.
Cuánta razón tienes querida Mabel y así como a la música le faltan muchas cosas que tenía un Domínguez y un Cavour y tiene todavía nuestra querida Luzmila, a nosotros los bolivianos cuanta falta nos hace mirarnos en el espejo de la crítica, para darnos cuenta que lo que pasa en Chile es la negación de lo propio, tal y como en Bolivia se sigue haciendo desde las llamadas “clases” “medio que del medio”, perdidas en el horizonte del consumo por el consumo. No miran que los chilenos muestran como suyo, lo mismo que para muchos bolivianos es “lo nuestro”, porque está “limpio” descontaminado del barro, de la tierra, de nuestra Pachamama, del pijcho con olor a coca y alcohol, en el altiplano frio y lleno de tierra, esa que nos da la vida, e igual que muchos bolivianos niegan y destruyen el horizonte Mapuche y Araucano que sigue vivo, encarcelado y en fase terminal, mientras el poder colonial siga gobernando aquel pueblo sometido. Por eso junto con el Papirri yo soy del movimiento MARTI, “Mar para Bolivia Tierra para los Mapuches y ahora,me voy a seguir encontrando posibilidades subversivas desde lo festivo, en este tiempo de Anata en Oruro.
Cuando cualquier persona entra a un restaurante a comer y la comida no le gusta, nunca más retorna; creo que a eso se llama sentido común y me parece que muchos de los que comentan en el “feis” sobre aquel campeonato de música mediocre al que me refiero, no alcanzaron a recibirlo, porque se hace evidente esta carencia, cuando todos los años insultan a un pueblo, que peor que el nuestro ha sufrido el embate de la dictadura y del miedo ejercido por ésta, personas que no tienen idea de lo que es la cultura y que no saben que el “folklore” se inventó para vaciar de contenidos epistémicos a los conocimientos milenarios de nuestros pueblos, los mapuches y los araucanos incluidos. Personas que con el “folklore” boliviano siguen vaciando de contenidos a las prácticas rituales de nuestro país. ¿Qué es la “danza folklórica del tinku” sino una caricatura mediocre de un ritual a la vida que los antiguos Charcas, hoy ayllus del sur de Oruro, Norte de Potosí y sur oeste de Cochabamba siguen realizando? ¿Cuánto de culpa tendrán “los chilenos” para que la juventud boliviana baile “tinku” en una puesta en escena y en la vida cotidiana reproduzca el más profundo de los racismos? ¿Seguramente habrá que quejarse de esto al gobierno chileno?
¿Cómo es posible que personas que se llaman “músicos”, piensen que pueden ganar a otros músicos? No es casual que la idea de artista, llegada en el proceso colonial, haya metido en la subjetividad de los que se creen artistas, la idea que son los “genios creadores”, junto a un cúmulo de ignorancia con la que se suben a los escenarios para reproducir la lógica del consumo y engordar a otros, por aparecer en una “estampita”. Esta lógica impide abrir los ojos y saber que para que surja el Jazz, el Blus, el Rock, o el Taki Onqoy, junto a la magia de la mohozeñada o el currulao y muchos etc., no eran necesarios los jurados.
Ésto, porque la verdadera música, así como lo festivo, es irreverente, e insurgente, es el canal para la transgresión, como “El Anata” en Oruro, por ejemplo. Acabo de leer, en el mentado “feis” lo que nos dice Mabel Franco en su muro: "Cantaré, bailaré, porque tú eres mi dulce amor’... No creo que semejante revelación merezca un premio. Y eso que ni escuché La pájara. A la música popular boliviana le hace falta proyección, renovación, diálogo con lo contemporáneo”.
Cuánta razón tienes querida Mabel y así como a la música le faltan muchas cosas que tenía un Domínguez y un Cavour y tiene todavía nuestra querida Luzmila, a nosotros los bolivianos cuanta falta nos hace mirarnos en el espejo de la crítica, para darnos cuenta que lo que pasa en Chile es la negación de lo propio, tal y como en Bolivia se sigue haciendo desde las llamadas “clases” “medio que del medio”, perdidas en el horizonte del consumo por el consumo. No miran que los chilenos muestran como suyo, lo mismo que para muchos bolivianos es “lo nuestro”, porque está “limpio” descontaminado del barro, de la tierra, de nuestra Pachamama, del pijcho con olor a coca y alcohol, en el altiplano frio y lleno de tierra, esa que nos da la vida, e igual que muchos bolivianos niegan y destruyen el horizonte Mapuche y Araucano que sigue vivo, encarcelado y en fase terminal, mientras el poder colonial siga gobernando aquel pueblo sometido. Por eso junto con el Papirri yo soy del movimiento MARTI, “Mar para Bolivia Tierra para los Mapuches y ahora,me voy a seguir encontrando posibilidades subversivas desde lo festivo, en este tiempo de Anata en Oruro.
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