jueves, 15 de octubre de 2015

SENADORES FOLKLÓRICOS Y ENTRADAS ALCOHÓLICAS

Publicado el 25 de Octubre de 2015 en "La Ramona" de Opinión

En los últimos días hemos sido testigos de un nuevo ataque a las prácticas festivas de la población boliviana. Como siempre, desde los círculos de poder del Estado o desde el poder de los medios, se ataca, se denigra, se inferioriza y se demoniza lo ajeno, lo que no se quiere reconocer como parte del común, lo que molesta e incomoda a la ceguera del poder. Así fue en el siglo XVI, en el XIX y en el XX, en dictadura, en democracia y así sigue siendo ahora.

Sucede que cuando estamos constituidos con una mentalidad colonial, desde nuestra enajenación, desde la conciencia escindida de nuestras propias prácticas, desde nuestra racionalidad obtusa, producto del vaciamiento epistémico colonial, opinamos sin conocer el sentido de lo festivo en los Andes. Porque éste sentido, profundo, que orienta y ordena la producción y reproducción de la vida de la comunidad, la naturaleza y los seres sobrenaturales, si bien todavía se reproduce, sobreviviente, desde algunas conciencias en la insurgencia festiva desparramada por todo el territorio, también ha sido y está siendo vaciado desde diferentes frentes.

En los siglos XVI, XVII y XVIII fue la Extirpación de Idolatrías la que, como política colonial, se ocupó de eliminar muchas prácticas y transformar otras; lo mismo hizo con las representaciones, muchas fueron anuladas y otras se modificaron. A partir del siglo XVI todas las ceremonias y rituales locales empezaron a denominarse Idolatrías. Cualquier proceso que no era cristiano era denominado de aquel modo y adquiría automáticamente un estatus demonizado. De aquellas prácticas muy pocas sobrevivieron la arremetida colonial y las que lo hicieron tuvieron que camuflarse, “enquistarse” en otras. Los rituales agrícolas, la mayoría como fiestas patronales, son algunas; también la Diablada de principios del siglo XX, es otro ejemplo de este proceso.

Pero en el siglo XIX la República moderna llegó con todo y junto con ella llegó el folklore y la folklorización, para continuar con el vaciamiento de contenidos iniciado por la Extirpación de Idolatrías. Fue así que, aquel universo idolátrico condenado, inferiorizado y demonizado, empezó a denominarse de otro modo. La necesidad de identidad de las nuevas naciones modernas inventó el folklore, que no es otra cosa que la descontextualización histórica, política y cultural de las prácticas de los pueblos no occidentales.

Este proceso, la folklorización, fue desarrollado con mucho éxito en el siglo XX y así como la insurgencia de las Panteras negras en Estados Unidos fue bombardeada con droga, la insurgencia festiva recibió el ataque de las transnacionales de la cerveza y de algunas otras marcas de aguardiente. Las nuevas generaciones ignorantes de la historia, presas de su tiempo, pero sobre todo en desconocimiento del sentido festivo, reproducen el consumismo de todo lo que se les cruza en su camino.

Por esta ruptura colonial las y los jóvenes consumen la Entrada Folklórica sin conocer que es lo que hay más allá de ésta; de este modo no alcanzan a conocer ni el proceso, ni el sentido festivo. Son cuadras y cuadras de consumidores de la fiesta que se hacen parte de la “Entrada alcohólica”, mientras unas cuantas familias posibilitan el ciclo festivo anual, que todavía, para éstas, es parte del ciclo de producción y reproducción de la vida.

Pero culpar a las “entradas alcohólicas” de los feminicidios, de la violencia intrafamiliar, implica culpar también a éstas del Estado patriarcal en el que vivimos y de la sociedad patriarcal de la que somos parte. Pero esto es nada más y nada menos que, como lo dijimos una racionalidad colonial obtusa e ignorante, desviar nuestra propia mediocridad e ignorancia, hacia lo primero que se nos pasa por la nariz, es como culpar a la mujer con minifalda de su violación. Ya nos dice la sabiduría popular “el ciego le echa la culpa al empedrado”.

Por ello, no nos debe extrañar que así como existen “Entradas Alcohólicas” invadidas por jóvenes sin historia, también existan “senadores folklóricos”, vaciados de contenido y descontextualizados, histórica, política y culturalmente. Por suerte ya sabemos lo que es tener un gringo de Presidente del Senado, ya lo tuvimos en otros tiempos y así le fue; aquel era un gringo liberal, éste es un gringo folklórico, al final son lo mismo, ambos completamente descontextualizados de lo que pasa en Bolivia y con la mentalidad colonizada en grado extremo.

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